Cuando, tras la apertura de las grandes rutas oceánicas, los europeos se encontraron ante la necesidad de individuar nuevos modelos y nuevas proyecciones cartográficas para representar un espacio dilatado y en continua definición, matemáticos y cartógrafos tentaron diferentes caminos para refigurar la Tierra. Partiendo de la obra de Ptolomeo y de las informaciones derivadas de la cartografía náutica de los siglos precedentes, fueron ideados algunos tipos de proyección (polares, ovales, cordiformes) que, a lo largo del siglo XVI e incluso más tarde, conocieron sucesivas actualizaciones y reelaboraciones. Entre estas tentativas es posible individualizar una tradición italiana (el planisferio Contarini-Roselli de 1506, el mapamundi romano de Johan Ruiysch de 1507, la refiguración en proyección polar azimutal con círculos de latitudes equidistantes y concéntricas de Gennaro Picicaro de 1597) que sobrevivió algunos siglos antes de la definitiva afirmación de la proyección de Mercator. Un autor que vivió entre la segunda mitad del siglo XVI e inicios del siglo XVII, el noble milanés Urbano Monte, en un compedio geocartográfico, imaginó primero una curiosa visión del planeta dividido en dos semiesferas (fig.1), individuadas empero a través de una línea norte-sur que separaba el hemisferio superior, con el Viejo Mundo conocido por los antiguos, del hemisferio inferior, donde recaían las Indias orientales y occidentales. En la misma obra ideó también una interesante proyección polar, que definió como “mapamundi acomodado en cuatro partes, en forma de manzana granada abierta” (fig. 2), en el cual diseñó los países hasta aquel momento conocidos por los europeos, con particular atención a aquellos con los cuales se estaban tejiendo relaciones de intercambio comercial, cultural y religioso. En este contexto el pío geógrafo dio especial relevancia a las colonias americanas en aquel momento sometidas al dominio del Re Philippo max. et potentissimo, el emperador católico que había simbólicamente sometido aquellas nuevas tierras y extensas costas a su voluntad, y que viene eficazmente representado en su trono en el medio del Atlántico (fig.3). Los territorios americanos aparecen cartografiados y descritos en el texto, con continuas referencias a los usos y costumbres de las poblaciones locales, a su color y estatura, pero particularmente a sus prácticas bárbaras (sobre todo el canibalismo) y a las falsas religiones que profesaban antes del descubrimiento y evangelización europea. La obra de Urbano Monte resulta todavía muy dependiente de las nociones de la cultura geográfica y cartográfica clásica pero, al mismo tiempo, extraordinariamente actualizada de acuerdo con los nuevos descubrimientos, gracias a las informaciones obtenidas de los autores modernos y contemporáneos y las fuentes literarias, entre ellas la de viajes. Son justamente las fuentes utilizadas las que hacen destacar cómo, de una forma realmente sorprendente y en una obra que no era original en sus contenidos e incluso en muchos sentidos anticuada y superada, la evidencia de la experiencia y la fuerza de la modernidad tuvieron el poder de imponerse en la narración geográfica allá donde las fuentes clásicas debían ceder el paso a las nuevas realidades geográficas y, por lo tanto, al nuevo saber.

D'Ascenzo, A. (2015). Producción y circulación del saber cartográfico entre Europa y Italia a finales del siglo XVI y principios del XVII. Modelos geográficos y cartográficos para representar a la Tierra: un globo en dos hemisferios, superior y inferior, y un “planisferio dividido en cuatro partes, en forma de granada abierto”. In Cartógrafos para toda la Tierra. Producción y circulación del saber cartográfico ibero-americano: agentes y contextos (Lisboa, 11-14 de septiembre de 2012, Biblioteca Nacional de Portugal) (pp.149-170). Lisboa : Biblioteca Nacional de Portugal, Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa e Centro de História d’Aquém e d’Além-Mar da Universidade Nova de Lisboa e da Universidade dos Açores.

Producción y circulación del saber cartográfico entre Europa y Italia a finales del siglo XVI y principios del XVII. Modelos geográficos y cartográficos para representar a la Tierra: un globo en dos hemisferios, superior y inferior, y un “planisferio dividido en cuatro partes, en forma de granada abierto”

D'ASCENZO, ANNALISA
Investigation
2015-01-01

Abstract

Cuando, tras la apertura de las grandes rutas oceánicas, los europeos se encontraron ante la necesidad de individuar nuevos modelos y nuevas proyecciones cartográficas para representar un espacio dilatado y en continua definición, matemáticos y cartógrafos tentaron diferentes caminos para refigurar la Tierra. Partiendo de la obra de Ptolomeo y de las informaciones derivadas de la cartografía náutica de los siglos precedentes, fueron ideados algunos tipos de proyección (polares, ovales, cordiformes) que, a lo largo del siglo XVI e incluso más tarde, conocieron sucesivas actualizaciones y reelaboraciones. Entre estas tentativas es posible individualizar una tradición italiana (el planisferio Contarini-Roselli de 1506, el mapamundi romano de Johan Ruiysch de 1507, la refiguración en proyección polar azimutal con círculos de latitudes equidistantes y concéntricas de Gennaro Picicaro de 1597) que sobrevivió algunos siglos antes de la definitiva afirmación de la proyección de Mercator. Un autor que vivió entre la segunda mitad del siglo XVI e inicios del siglo XVII, el noble milanés Urbano Monte, en un compedio geocartográfico, imaginó primero una curiosa visión del planeta dividido en dos semiesferas (fig.1), individuadas empero a través de una línea norte-sur que separaba el hemisferio superior, con el Viejo Mundo conocido por los antiguos, del hemisferio inferior, donde recaían las Indias orientales y occidentales. En la misma obra ideó también una interesante proyección polar, que definió como “mapamundi acomodado en cuatro partes, en forma de manzana granada abierta” (fig. 2), en el cual diseñó los países hasta aquel momento conocidos por los europeos, con particular atención a aquellos con los cuales se estaban tejiendo relaciones de intercambio comercial, cultural y religioso. En este contexto el pío geógrafo dio especial relevancia a las colonias americanas en aquel momento sometidas al dominio del Re Philippo max. et potentissimo, el emperador católico que había simbólicamente sometido aquellas nuevas tierras y extensas costas a su voluntad, y que viene eficazmente representado en su trono en el medio del Atlántico (fig.3). Los territorios americanos aparecen cartografiados y descritos en el texto, con continuas referencias a los usos y costumbres de las poblaciones locales, a su color y estatura, pero particularmente a sus prácticas bárbaras (sobre todo el canibalismo) y a las falsas religiones que profesaban antes del descubrimiento y evangelización europea. La obra de Urbano Monte resulta todavía muy dependiente de las nociones de la cultura geográfica y cartográfica clásica pero, al mismo tiempo, extraordinariamente actualizada de acuerdo con los nuevos descubrimientos, gracias a las informaciones obtenidas de los autores modernos y contemporáneos y las fuentes literarias, entre ellas la de viajes. Son justamente las fuentes utilizadas las que hacen destacar cómo, de una forma realmente sorprendente y en una obra que no era original en sus contenidos e incluso en muchos sentidos anticuada y superada, la evidencia de la experiencia y la fuerza de la modernidad tuvieron el poder de imponerse en la narración geográfica allá donde las fuentes clásicas debían ceder el paso a las nuevas realidades geográficas y, por lo tanto, al nuevo saber.
2015
978-972-565-529-0
D'Ascenzo, A. (2015). Producción y circulación del saber cartográfico entre Europa y Italia a finales del siglo XVI y principios del XVII. Modelos geográficos y cartográficos para representar a la Tierra: un globo en dos hemisferios, superior y inferior, y un “planisferio dividido en cuatro partes, en forma de granada abierto”. In Cartógrafos para toda la Tierra. Producción y circulación del saber cartográfico ibero-americano: agentes y contextos (Lisboa, 11-14 de septiembre de 2012, Biblioteca Nacional de Portugal) (pp.149-170). Lisboa : Biblioteca Nacional de Portugal, Centro de Estudos Geográficos da Universidade de Lisboa e Centro de História d’Aquém e d’Além-Mar da Universidade Nova de Lisboa e da Universidade dos Açores.
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